Tanto si llevas a tu gato por primera vez a un veterinario como si es una revisión de rutina es importante estar preparado. El veterinario te hará una serie de preguntas para indagar sobre la salud y el comportamiento de tu amigo felino. Para ayudarle en esta tarea y para asegurar el bienestar de tu mascota, es importante saber aquello en lo que debes fijarte. ¡Toma nota de las posibles cuestiones que puede hacerte tu veterinario en una visita rutinaria!
1. ¿Desde cuando tienes a tu gato?
2. ¿De donde procede (de un criadero, de una protectora, de la calle…)?
3. ¿Ha sido vacunado en algún momento? ¿Frente a qué enfermedad?
4. ¿Con qué marca de pienso alimentas a tu gato?
5. ¿Cómo es el apetito de tu gato? ¿Cuánto come a lo largo del día?
6. ¿Cuánto bebe?
7. ¿ Orina y defeca con regularidad? ¿Tienen un aspecto normal? ¿Lo hace siempre dentro de su caja de arena?
8. ¿Qué tipo de arena le ofreces a tu gato?
9. ¿Tiene tu gato alguno de estos síntomas?
¿Tos?
¿Estornudos?
¿Vómitos?
¿Diarrea?
10. ¿Ha ganado o perdido peso recientemente?
11. ¿Has notado algún cambio significativo en el comportamiento de tu gato recientemente? (por ejemplo, vocaliza más de lo normal, demanda más tu atención, se muestra agresivo…)
12. ¿Tiene acceso al exterior?
13. ¿Ha sufrido en algún momento graves problemas de salud? ¿Cuáles? ¿Qué tratamiento se instauró?
Fuente: Vet Confidential: An Insider’s Guide to Protecting Your Pet’s Health
By Louise Murray, DVM
La visita para una vacuna, una revisión semestral, una pequeña afección… todos ellos son un buen momento para explorar detenidamente a tu animal. Lo que parece una simple manipulación del animal, nos reporta en realidad una gran cantidad de información sobre la salud o enfermedad de nuestra mascota. ¿Pero en qué consiste este examen físico?
Generalmente, para no dejarnos nada en el tintero, seguimos un orden, por ejemplo, de la cabeza a la cola. Empezamos por los ojitos, primero un vistazo directo y posteriormente con ayuda del oftalmoscopio. Continuamos con la cavidad bucal, color de mucosas, observación del pabellón auricular y conducto auditivo con ayuda del otoscopio, ganglios linfáticos, auscultación pulmonar y cardiaca, palpación abdominal, observación directa de la piel y cepillado con un peine atrapa-pulgas. Terminamos con lo que más les cuesta tolerar, la toma de la temperatura rectal y manipulación de las patitas para observar almohadillas y cortar uñas si fuera necesario.
En la exploración empleamos prácticamente todos nuestros sentidos: vista, oído, olfato y tacto, afortunadamente el gusto lo dejamos aparcado. Así, no nos podemos conformar con un simple vistazo de la boca o el oído. Debemos acercar nuestro “hocico” para detectar halitosis o una secreción ótica patológica. Tampoco nos podemos olvidar del peso de nuestro animal. Un gran aumento o descenso del peso en poco tiempo sin una causa aparente puede ser signo de enfermedad.
Además durante la exploración del animal el veterinario te realizará una serie de preguntas sobre todo aquello que no puede observar en ese momento, cómo son las heces y orina, la cantidad de agua que bebe, la presencia de estornudos, toses, etc.
El objetivo de estas revisiones es detectar posibles enfermedades en estadíos tempranos, por ejemplo, observar la presencia de sarro para realizar una limpieza bucal antes de que sea necesario extraer piezas bucales. Un pelo poco brillante o una piel con caspa o excesivamente grasa puede significar problemas nutricionales. Es importante detectarlos a tiempo antes de que otros órganos puedan verse afectados.
¡Acude a tu veterinario con regularidad para asegurar la salud de tu amigo!
Con la llegada del buen tiempo aumentan las salidas de fin de semana a destinos próximos, y por supuesto nuestra mascota se viene con nosotros.
Tenemos claro que el animal no debe ir suelto por el coche, pero, ¿sabemos cuál es la forma más adecuada de transportalo?. Una buena sujección del animal durante el viaje no sólo nos evitará problemas en caso de un control en carretera sino que además reduciremos riesgos innecesarios sobre nuestra mascota y sobre nosotros mismos. Las leyes son claras en cuanto a la responsabilidad de los daños sufridos por nuestra mascota y de las lesiones que ésta pueda ocasionar a los ocupantes del vehículo en caso de accidente, que recae sobre el conductor. Básicamente, éste debe asegurar que el animal permanezca convenientemente sujeto y no interfiera en su propia visibilidad ni movilidad. Sin embargo, no establece ningún método para alcanzar este fin. Aquí te dejamos distintas opciones, que puedes usar a tu conveniencia según el tipo de vehículo y el tamaño y peso del animal con el que viajas:
– Transportín: a pesar de ser el método que probablemente menos guste a nuestros animalitos, parece ser uno de los más seguro según un estudio del RACE, siempre y cuando se emplee correctamente. Si se trata de un animal pequeño, la mejor opción es colocar el transportín en el suelo del coche, entre los asientos traseros y delanteros, de forma transversal, y dejándolo lo más encajado posible. En caso de colisión, al no haber desplazamiento posible, el animal no debería sufrir daños graves y tampoco los ocupantes corren el riesgo de ser lesionados por éste.
En el caso de un animal más grande, la posibilidad de que el transportín vaya en el interior del vehículo desaparace. En estas situaciones lo más recomendable es adquirir un transportín acorde al tamaño de nuestra mascota y colocarlo de forma transversal a la marcha en el maletero del coche (sólo en maleteros bien ventilados). De esta forma el animal irá seguro, pero para que los ocupantes también lo estén es necesario instalar una rejilla divisoria que vaya desde el techo hasta el suelo del maletero cubriendo el respaldo de los asientos traseros.
– Arneses: se unen al enganche del cinturón de seguridad del coche mediante una correa especial. En caso de accidente la unión entre la correa y el arnés no aguantará el peso del animal y se romperá, con el consiguiente riesgo tanto para el animal como para los pasajeros, que puede llegar a ser fatal. Para aumentar la seguridad con este tipo de sistemas resulta imprescindible que el arnés disponga de dos puntos de unión al cinturón de seguridad del coche y que éstos no sean excesivamente largos. De esta forma el animal no se desplazará en caso de colisión, se garantiza así la seguridad de los ocupantes aunque este sistema resulta ser más peligroso para los animales que pueden sufrir lesiones.
– Remolques: no resultan en absoluto seguros para los animales que van en su interior, ya que en caso de accidente éstos recibirán el impacto de forma directa. Si bien es cierto que este sistema no interfiere en la libertad de movimiento del conductor, éste debe respetar una serie de nomas relacionadas con la velocidad en carretera y la señalización del vehículo. Si aún no has decidido qué método es el que más te conviene para viajar con tu animal, ten en cuenta que ninguna de las siguientes opciones es en absoluto aconsejable:
– Viajar con animales sueltos en el vehículo: interfiere en la conducción y en caso de accidente puede resultar fatal tanto para el animal como para los pasajeros. -Viajar con animales libres en el maletero: supone un riesgo para éste pues dispone de mucho espacio, en caso de colisión, el choque del animal sobre los respaldos de los asientos traseros puede provocar lesiones a los pasajeros.
– Animales sujetos con correas: generalmente son demasido largas, el animal puede salir despedido y sufrir lesiones tanto él como los pasajeros.
– Transportines colocados en los asientos sujetos por el cinturón de seguridad: en caso de impacto los puntos de unión del transportín al cinturón se romperán, lo que implica un riesgo tanto para animal como para pasajeros.
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