Esta Navidad Ayuda A Tu Perro Con El Miedo A Los Petardos
Llega la navidad de nuevo, y con ella los petardos. Un momento temido por muchos propietarios de perros que volveremos a ver a nuestros amigos pasándolo mal. Pero, ¿existe algo que podamos hacer para ayudarles a sobrellevar ese momento tan difícil? Tranquilos, aunque hay que armarse de paciencia la respuesta es sí. Aquí os dejamos algunos consejos:
Antes del día de los petardos:
- Emplea análogos sintéticos a la feromona canina de apaciguamiento: esta feromona la sintetiza la madre después del parto sirve para tranquilizar a los cachorros. Se ha observado que produce el mismo efecto en adultos. Se comercializa en forma de difusor eléctrico, spry o collar con el nombre de Adaptil y debes colocarlo al menos una semana antes del día que se esperan las petardos.
- Busca un lugar para tu mascota, un refugio donde él se sienta seguro, tal vez ya lo tiene, si no, anímale a usarlo ofreciéndole comida o algún juego en esa zona. Coloca las feromonas próximas a este lugar.
- Existen cds comercializados con ruidos de tormentas, disparos, petardos… acostúmbrale a todos estos sonidos. Comienza con el volúmen al mínimo y día tras día ve subiéndolo muy poco a poco, a la vez que juegas con tu perro, le das premios, etc, para que siempre lo asocie con algo posivo. No dejes que pase miedo, en este caso vuelve a bajar el volúmen de nuevo.
El día de los petardos:
- Pon música de tambores o ritmos constantes a un volúmen no muy alto para encubrir los ruidos más fuertes.
- Muéstrate tranquilo, no le sobreprotejas ni des importancia al comportamiento de tu animal.
- Nunca le regañes, pero tampoco le des premios, caricias o le hables con voz suave. Puede interpretarlo como una recompensa por su comportamiento.
- Permítele que se esconda, él se siente más seguro si lo hace.
- Existen complementos nutricionales, terapias alternativas y psicofármacos que pueden ayudar a controlar el problema. Consulta con tu veterinario la solución más apropiada en cada caso.
Siempre ten en cuenta que se trata de un problema complejo en el que intervienen múltiples factores. Por ejemplo la genética, los estímulos a los que se expuso al cachorro durante el periodo de socialización (de las 4-12 semanas de vida), las experiencias traumáticas sufridas por el animal, el comportamiento del propietario, etc. Por lo tanto no será un problema fácil de resolver y si consideras que tu animal lo pasa realmente mal, tal vez deberías acudir a un especialista.